Este lunes 6 de octubre, al igual que cada primer lunes de octubre desde
que lo estableció la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1985, se
celebra el Día Mundial del Hábitat. Una celebración que toma una nueva
relevancia en este 2014, al ser justamente la vivienda uno de los últimos
reductos de resistencia del desmembrado
Estado de Bienestar Social por parte de las extingas clases medias del mundo
occidental.
Cuando hablamos de hábitat hablamos, principalmente, de vivienda. Y todos
sabemos que la vivienda es mucho más que cuatro paredes más o menos
revalorizadas por un mercado especulativo, ya que la vivienda es el sostén de
seguridad psico-emocional necesario para todo ser humano que busca realizarse
mediante su encaje de servicio personal en el entramado social. Es el espacio
necesario de toda persona para sentirse protegido en su intimidad personal y
familiar y, por ende, para procurarse un nivel de autoestima saludable frente a
los retos de un mundo exterior cada vez más complejo. Así pues, la vivienda,
más que un espacio físico, deviene un espacio de seguridad psicológico natural
que toda persona necesita para su buen desarrollo como ser humano, convirtiéndose
así en un Derecho Fundamental.
Si la vivienda (junto con la alimentación, la sanidad y la educación), es
un elemento imprescindible para el óptimo desarrollo natural y saludable del
ser humano, ya que es como nuestra segunda piel que nos cobija y protege, ¿por
qué permitimos como sociedad:
-Que cerca de 160 familias al día se queden sin casa en España? (+ info)
-Que entre 2.300 y 9.300 personas mueran al año en España de manera
prematura por no poder pagar la luz o el gas? (+ info)
-O, que solo dos de cada diez jóvenes españoles menores de 30 años puedan
emanciparse de casa de sus padres? (+ info).
Ante esta cruda realidad, que ataca de manera directa la dignidad y la
integridad del ser humano, desde la Escuela de Arquitectura de la Tierra no
podemos más que reivindicar el derecho al acceso libre y equitativo de toda
persona a una vivienda. Puesto que la Ley Natural estima que no hay hábitat sin
personas, ni personas sin hábitat. Ya que una persona sin hábitat, es una
persona desprovista del derecho fundamental de poder realizarse como persona.
Y en esta breve declaración de principios por el derecho al libre acceso a
una vivienda digna, en pleno siglo XXI, cabe realizar una doble reivindicación
complementaria: el Derecho a Construir con Tierra Cruda y el Derecho a la EcoAldea como nuevos modelos de desarrollo personal y social.
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