En nuestro país hemos
pasado de una situación de plena libertad constructiva en terreno rústico, a
mitad del siglo pasado, que generó en un descontrol urbanístico en nuestro país
conocido como “movimiento parcelista” que evolucionó posteriormente en las
urbanizaciones de segunda residencia que conocemos hoy (las que se construyeron
nuestros padres), a una absoluta rigidez de tolerancia cero que nos lleva hasta
la actualidad en pleno primer cuarto del siglo XXI (las que padecemos nosotros,
los hijos).
Un replanteo legal de
protección del medioambiente y de organización social que podría pasar
desapercibido si no fuera porque nos encontramos en una situación estructural
económica de pobreza generalizada (España, segundo país de la UE con más niños
pobres después de Rumanía. Y Catalunya, 88 nuevos pobres al día desde que se
inició la crisis económica), lo que se traduce en una imposibilidad de acceder
al mercado de obra nueva (ya sea como comprador o autopromotor), de mantener
las viejas hipotecas sobredimensionadas de viviendas recientemente desvalorizadas,
e incluso… de poder volver al campo (en el sentido más amplio del término) a
construirte una vivienda digna con tus propias manos en busca de un nuevo modelo
de vida más natural y humano.
Y todo ello ante la
realidad desértica de nuestro mundo rural: En España, el 80% de la población se
concentra en el 12% de sus municipios; mientras que más específicamente en
Catalunya, donde se ubica la Escuela de Arquitectura de la Tierra OmegaLight, el
50% de su población se concentra en su litoral (zona urbano-turística) que
representa el 4,4% del conjunto de su territorio. Y a esto se le llama modelo
sostenible.
Todos tenemos conciencia,
a estas alturas de nuestra evolución como especie, de la importancia del
respeto por el medio ambiente, asimismo que por avanzar en un modelo de
desarrollo social equilibrado y más justo humanamente. Y todos tenemos claro, de igual manera, que
la legislación debe adaptarse a las necesidades sociales, y no a la inversa.
Por todo ello, debemos reivindicar
a nuestros políticos (que elaboran las leyes desde despachos ubicados en las
grandes urbes con gran desconocimiento del vasto mundo rural), para que modifiquen
la actual Ley de Urbanismo relativa a suelo rústico con el objetivo que
permitan el desarrollo de Eco Aldeas (a día de hoy inexistentes en nuestro
ordenamiento jurídico), lo que facilite a las personas el regreso ordenado y
voluntario al mundo rural para autorealizarse como seres humanos.
Si algún activo tiene
nuestro país en la actualidad es una generación altamente cualificada, la mayor
de toda su historia, por lo que sobran ingenieros y arquitectos capaces de implementar
nuevos modelos urbanísticos cien por cien ecológicos, sostenibles y
autosuficientes, que por otro lado ya cuentan con experiencias reales demostrables
a escala local. En otras palabras, existe la técnica suficiente, tal y como
enseñamos en la Escuela de Arquitectura de la Tierra OmegaLight, para construir
un proyecto de vivienda ecológico que cumpla con todos los criterios del Código
Técnico de Edificación (resistencia de estructura y materiales), de
urbanización (planificación de saneamientos sin impacto ambiental) y de
eficiencia energética (autoconsumo de energías renovables).
Ante esta realidad social
y de conocimiento técnico, el legislador tiene a su pleno alcance el crear la
figura de la Eco Aldea bajo parámetros urbanísticos cien por cien ecológicos,
sostenibles y autosuficientes, pudiendo integrar otros factores como variables de
superficie de las Eco Aldeas y de sus unidades de bioconstrucción, variables de
permacultura, servicios mínimos, etc., tal y como ya se realiza de manera
pareja en las normativas relativas a campings rurales en suelo rústico no
urbanizable.
Con el empuje del
legislador en pos de las Eco Aldeas, las generaciones que formamos la sociedad occidental
actual dispondremos de un recurso más en este nuevo siglo -basado en la gestión
del conocimiento en armonía con la propia Tierra-, para proseguir nuestra evolución
por un mundo más equilibrado y sostenible humana y medioambientalmente.
Jesús A. Mármol
Cofundador y
Director Académico
Escuela de
Arquitectura de la Tierra
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